lunes, 16 de julio de 2018

Los Encantes de Barcelona

Els Encants, año 1946


Lejos del centro pero accesible al público. La historia de los rastros es la historia de cómo la sociedad acomodada aleja de sí estas grietas o las intenta disimular para integrarlas en una apariencia de normalidad. En el caso de los Encantes de Barcelona, tras sobrevivir en su histórico emplazamiento junto a la Plaza de las Glorias (tras pasar en la antigüedad por otros muchos, fruto de su fusión con el antiguo mercado de Bellcaire), se han desplazado unos pocos metros para instalarse en un moderno, amplio y cómodo edificio de corte futurista, que sin contentar a todo el mundo, algo imposible hoy en día, satisface con buena nota el deseo mayoritario de vendedores y compradores.


Los antiguos Encants, en 1996. Imagen extraída del Blog Barcelona ahora y siempre.
No podía ser de otro modo en una ciudad como Barcelona, abrazada al diseño y ansiosa de vestir galas vistosas, cuando no extravagantes, con el fin de atraer la atención del mundo entero. Los Encantes actuales, obra del equipo de arquitectura B720, dirigido por Fermín Vázquez, ocupan una superficie total de 33.306 m2, y están situados en el barrio del Eixample, junto a la Plaza las Glorias, entre la Avenida Meridiana, la calle Caspe y la calle Castillejos, en el antiguo Bosquet Dels Encants. Están cubiertos por un impresionante techo situado a 24 metros de altura recubierto de espejos, de modo que uno puede ver arriba reflejado cuánto sucede abajo.


Parada de los nuevos Encants.
Hay que decir que este mercado de Barcelona es uno de los más antiguos de Europa, pues hay constancia del mismo desde el siglo XIII, siendo su origen la llamada 'venta al encante', es decir, la venta en subasta cantada, cuando se subastaban los bienes de los difuntos con tal de conseguir dinero para pagar las posibles deudas y donar el sobrante a la viuda. Una denominación antigua, de raíces medievales y de poderosas resonancias poéticas: junta desde sus orígenes la muerte de la persona con la muerte de sus objetos.


Parada de los nuevos Encants.
El nombre de Encantes no podía ser más adecuado, pues, ¿acaso no es la compra de lo viejo un proceso de 're-encantar' lo que perdió su encantamiento? ¿Y cómo re-encantar un objeto si no es cantando sus nuevas excelencias a través de una subasta que enardece la ilusión de poseerlo? El objeto caído en desuso y sin dueño que lo subjetivice, es decir, desencantado y reducido a su nivel cero de significación básica, busca quién lo re-encante y lo acomode en el imaginario de un nuevo dueño. En este sentido, los Encantes de Barcelona dan en la diana en todos los aspectos del tema gracias a los múltiples significados de su enunciado.

Los nuevos Encants. Foto de Rafael Vargas

El afán intervencionista de los políticos catalanes, a los que les pierde la estética o mejor aún el diseño, como diría hoy Unamuno, no podía dejar pasar esta oportunidad de 'encantar' los Encantes según los cánones de la modernidad y las obligaciones de una ciudad que se mira, se admira y se sabe mirada en el espejo, como la madrastra de Blancanieves, de ahí este espejo gigantesco que desdobla y distancia lo que se hace en el suelo del mercado, en su parte más humilde y popular, buscando la redundancia de la perspectiva estética del desuso. El resultado, en apariencia de un barroco subido, se dispara por el contrario hacia el distanciamiento que produce la inteligencia de una arquitectura  moderna y funcional, que deja todo el protagonismo a la actividad que acoge. Un resultado de verdadero impacto.

Esta atención que reciben los Encantes de Barcelona se explica también por ser el único mercado de viejo que abre cuatro días a la semana, los lunes, miércoles, viernes y sábados, de 8h a 20h, cuando lo normal en el resto de la Península es que abran un único día por semana y sólo en horarios de mañana. De ahí el gran negocio que mueve a su alrededor, uno de los más activos de Europa, superior incluso en días de abertura al gran mercado de los mercados de viejo, que es el Marché au Puces de Saint-Ouen, en París, que abre los sábados, domingos y lunes.
Los nuevos Encants. Foto Rafael Vargas.

También es el único mercado que se nutre de subasta, la que se efectúa los lunes, miércoles y viernes a las siete y media de la mañana, siendo la del viernes más duradera en sus posibilidades de negocio, al abrir también el sábado todo el día.

El cambio de su vieja ubicación a la actual ha encarecido un tanto los puestos fijos de venta pero ha mantenido el mismo espíritu de las subastas, que dan un gran dinamismo al género ofrecido.

El Auditori (izquierda), El Teatre Nacional y Els Encants (derecha) alineados. Foto Google Earth,

Los Encantes de Barcelona se encuentran en fila india junto al Teatre Nacional y el Auditorio, siguiendo la línea del tranvía que pasa por el primer tramo de la Meridiana. Ambos son también edificios singulares, y dotan a los Encantes de una carga de profundidad poética de alto calibre.

Gramófono con autómata musical. Museo de la Música de Barcelona. L'Auditori.

Mientras en el Auditorio se encuentra el Museo de la Música, con preciosas colecciones de instrumentos y objetos musicales de todas las épocas y culturas, y el Teatro Nacional dispone de un extenso almacén subterráneo donde se guardan las piezas a  reciclar de las escenografías usadas en el escenario, los Encantes hacen lo mismo pero en relación a las vidas privadas e íntimas de los habitantes de la ciudad, con un añadido de generosidad que ningún museo ni almacén alcanzan: dar a los objetos abandonados una segunda oportunidad de vida, no sólo teatral o cultural sino vital, para el disfrute directo de la población de Barcelona, la más popular y necesitada, que puede reciclar y digerir en sus estómagos cotidianos lo que ha pasado de unas manos a otras.

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