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Danza de la Muerte en Verges, Girona. |
Toros, la Semana Santa, las Danzas de la Muerte, los Rastros, Encantes y Baratillos, las romerías de Muertos Vivos, los osarios y los varios cultos a los muertos, se inscriben en esta corriente de onda larga que podríamos definir 'Entre la Vida y la Muerte'. Los matices de cómo expresamos nuestra autoconciencia del morir son tantos como personas y culturas existen en este mundo. Somos Naturaleza, nacer y morir es nuestra ley, la rueda que mueve y mantiene la vida.
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Procesión de Semana Santa en la calle Hospital de Barcelona. |
En realidad, existen dos maneras de saber que somos tiempo: la pasiva de quienes piensan que son vividos por el tiempo que nos arrastra, atrapados en un fatalismo que nos hace objetos de la existencia, y la activa de quienes piensan que ellos son tiempo finito libre, es decir, que tienen autoconciencia de la finitud y se sienten responsables del desarrollo de este tiempo, y quizás por ello, libres de avanzar por donde a uno se le antoje. La primera opción acepta la muerte, como no, pero lo deja como lo inevitable asumido, de modo que sus énfasis festivos irán dirigidos a exaltar la vitalidad. La segunda opción busca ritualizar los procesos de la muerte para sacar de ellos el empuje vital que les permita la libertad de reiniciar nuevos ciclos. Ambas opciones son complementarias e incluso intercambiables, se cruzan y se superponen entre sí, y marcan dos líneas difusas de contenidos simbólicos diferenciados que se reparten el calendario festivo del año.
El abordaje del tema de la vida y de la muerte en las costumbres y las fiestas populares será el objetivo de los próximos capítulos. La vivencia de la Muerte como catarsis de liberación, de conciencia de la finitud, de aceptación, de rebeldía y de regeneración de la vida.
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