domingo, 8 de septiembre de 2019

Elogio del bilingüismo


Placa bilingüe de calle en Barcelona (Wikipedia)


Nos referimos a la enorme suerte que tenemos los catalanes de disponer de dos lenguas como quien dice “desde la hora cero”, pues por lo general, los nacidos en esta parte de la Península Ibérica hablamos catalán y español casi desde la cuna.

Por supuesto que cuantas más lenguas entren en los cerebritos de los cachorros humanos, más avanzaremos hacia esa utopía que es el respeto y el amor a las diferencias, mientras a la par tendemos a ampliar nuestros modos de comunicación y de intercambio entre las personas. Pero por lo menos, hay que asegurar que estas dos lenguas de partida, que representan al conjunto de la población de Cataluña, el Catalán y el Castellano, sean estudiadas, aprendidas, cultivadas y amadas por sus hablantes.

Algo que, por desgracia, no siempre se cumple en las mentalidades estrechas de una buena parte de los nacionalistas catalanes y también en las de los ultras españolistas, que gustan politizar las lenguas para usarlas como armas arrojadizas emocionales en esta guerra civil tan incívica que es la demonización del Otro, del que piensa diferente, en una u otra lengua.

¿A quién se le puede ocurrir que hablar castellano, además de catalán, sea algo que hay que evitar, impedir o incluso castigar, como se ha dado en algunos extremos de nuestros exaltados patrioteros independentistas? Realmente es difícil de entender y hay que ser muy cerril para defender algo así. Jamás el Catalanismo abierto, plural, libre, culto y progresista, con el que cualquier catalán puede identificarse sin problema alguno, demonizó al castellano. Al revés, lo cultivó y lo respetó como un bien valioso, como lo indican las obras de nuestros grandes escritores, bilingües la mayoría de ellos. 

El bilingüismo no sólo es sano y positivo, debería ser obligatorio en todas las sociedades humanas del futuro. Disponer de dos modos distintos de pensar, de enfocar los contenidos, de expresar las diferencias y las coincidencias, pronto será visto como una obligación. Y la región que sólo tenga una lengua, tendrá que buscarse otra que la acompañe y permita a los recién nacidos gozar de este privilegio que es poder expresarse en dos lenguas diferentes.

Imagen de la web italiana 'Bilinguismo infantile'.
¿Cómo sino es posible disponer de una doble perspectiva elemental de conocimiento y de abordaje que nos abra las puertas a mentalidades capaces de entender las diferencias y los problemas de la Alteridad? Creo que no hay que ser ningún entendido ni ducho en las cosas sociales para comprender cómo los conflictos que atañen a nuestras actuales sociedades tienen que ver en gran parte con esta dificultad por no decir ‘imposibilidad’ de aceptar lo diferente que habita a nuestro lado. Se mire por donde se mire, tropezamos con el mismo déficit de aceptación de la alteridad en todas partes. Y en un mundo que tiende a la fragmentación y a que las singularidades busquen afirmarse cada día más, no cabe duda que el déficit de aceptación del Otro irá a más para convertirse en uno de los problemas principales a resolver.

Cuando una región como Cataluña dispone ya de esta opción bilingüe de un modo tan espontáneo y natural, es imperiosamente necesario combatir a los fanatismos que buscan ir hacia atrás y regresar a los estériles monolingüismos. El bilingüismo jamás será un problema sino que es la solución. Apostar por él y elogiarlo es nuestra obligación de personas sensatas y abiertas a lo ajeno.

Viene a cuento esta arenga en el hecho de que la pluralidad de lenguas que existe en la Península Ibérica constituye una de sus riquezas más notables y determinantes, que pone color local a las hablas de cada región y comarca, además de duplicar y multiplicar la sonoridad y las capacidades expresivas de sus poblaciones. Un matiz más a añadir a este festival de las diferencias que constituye el alma del Mosaico Ibérico.

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