Nos referimos a la enorme suerte que tenemos los catalanes
de disponer de dos lenguas como quien dice “desde la hora cero”, pues por lo
general, los nacidos en esta parte de la Península Ibérica hablamos catalán y
español casi desde la cuna.
Por supuesto que cuantas más lenguas entren en los
cerebritos de los cachorros humanos, más avanzaremos hacia esa utopía que es el
respeto y el amor a las diferencias, mientras a la par tendemos a ampliar
nuestros modos de comunicación y de intercambio entre las personas. Pero por lo
menos, hay que asegurar que estas dos lenguas de partida, que representan al
conjunto de la población de Cataluña, el Catalán y el Castellano, sean
estudiadas, aprendidas, cultivadas y amadas por sus hablantes.
Algo que, por desgracia, no siempre se cumple en las
mentalidades estrechas de una buena parte de los nacionalistas catalanes y
también en las de los ultras españolistas, que gustan politizar las lenguas
para usarlas como armas arrojadizas emocionales en esta guerra civil tan incívica
que es la demonización del Otro, del que piensa diferente, en una u otra
lengua.
¿A quién se le puede ocurrir que hablar castellano, además
de catalán, sea algo que hay que evitar, impedir o incluso castigar, como se ha
dado en algunos extremos de nuestros exaltados patrioteros independentistas?
Realmente es difícil de entender y hay que ser muy cerril para defender algo
así. Jamás el Catalanismo abierto, plural, libre, culto y progresista, con el
que cualquier catalán puede identificarse sin problema alguno, demonizó al
castellano. Al revés, lo cultivó y lo respetó como un bien valioso, como lo
indican las obras de nuestros grandes escritores, bilingües la mayoría de
ellos.
El bilingüismo no sólo es sano y positivo, debería ser
obligatorio en todas las sociedades humanas del futuro. Disponer de dos modos
distintos de pensar, de enfocar los contenidos, de expresar las diferencias y
las coincidencias, pronto será visto como una obligación. Y la región que sólo
tenga una lengua, tendrá que buscarse otra que la acompañe y permita a los
recién nacidos gozar de este privilegio que es poder expresarse en dos lenguas
diferentes.
¿Cómo sino es posible disponer de una doble perspectiva
elemental de conocimiento y de abordaje que nos abra las puertas a mentalidades
capaces de entender las diferencias y los problemas de la Alteridad? Creo que
no hay que ser ningún entendido ni ducho en las cosas sociales para comprender
cómo los conflictos que atañen a nuestras actuales sociedades tienen que ver en
gran parte con esta dificultad por no decir ‘imposibilidad’ de aceptar lo
diferente que habita a nuestro lado. Se mire por donde se mire, tropezamos con
el mismo déficit de aceptación de la alteridad en todas partes. Y en un mundo
que tiende a la fragmentación y a que las singularidades busquen afirmarse cada
día más, no cabe duda que el déficit de aceptación del Otro irá a más para
convertirse en uno de los problemas principales a resolver.
Cuando una región como Cataluña dispone ya de esta opción
bilingüe de un modo tan espontáneo y natural, es imperiosamente necesario
combatir a los fanatismos que buscan ir hacia atrás y regresar a los estériles
monolingüismos. El bilingüismo jamás será un problema sino que es la solución.
Apostar por él y elogiarlo es nuestra obligación de personas sensatas y
abiertas a lo ajeno.
Viene a cuento esta arenga en el hecho de que la pluralidad
de lenguas que existe en la Península Ibérica constituye una de sus riquezas
más notables y determinantes, que pone color local a las hablas de cada región
y comarca, además de duplicar y multiplicar la sonoridad y las capacidades
expresivas de sus poblaciones. Un matiz más a añadir a este festival de las
diferencias que constituye el alma del Mosaico Ibérico.
He aquí una de las fiestas más insólitas
que se celebran en el Mosaico Ibérico. Creada en el año 1978 por un grupo de heterodoxos
y visionarios emprendedores de la Asamblea de Jóvenes, a modo de divertimiento
más bien furtivo y ‘gamberro’ y con el sano objetivo de redescubrir el
misterioso callejón de las Brujas de la ciudad, su celebración, realizada año
tras años, ha acabado no sólo cuajando como uno de los eventos más importantes
de Cervera, sino que actualmente está organizado directamente por el
Ayuntamiento, con un perfil que junta comercio, turismo, fiesta y cultura.
También ha sido importante incorporar
personas relevantes del mundo teatral, que han dado un formato de gran evento cultural
de masas, dirigido en la actualidad por Albert Parra, director del grupo Alea
Teatre.
El Gran Macho Cabrío. Foto de Marc Castellà Bové.
Son varios los ejes que configuran el
Aquelarre, pero sin duda los más singulares son los siguientes: La Fira del Gran Boc (la Feria
del Gran Macho Cabrío) dedicada a los amantes del esoterismo y de las terapias alternativas; el Aquelarret, dedicado a los más pequeños con talleres de todo tipo alrededor
de las distintas temáticas sobre la fiesta y la brujería; los grandes conciertos
con potentes animaciones teatrales; y La Gran Corrida, quizás el momento cumbre
de la fiesta, cuando el Gran Cabrón riega a todos los asistentes con sus
chorros de néctar diabólico.
Traducido en cifras, el Aquelarre de Cervera,
que este año ha celebrado su 42 edición los días 30 y 31 de agosto y 1 de
septiembre de 2019, consiste en: unos 30.000 asistentes, más de 500 personas del tejido
asociativo de la ciudad implicadas en la fiesta, un presupuesto de 184.000
euros y un impacto de 1 millón de euros que deja a la ciudad.
El Tarot, punto
de partida.
Este año, el tarot ha sido el punto de partida simbólico que ha
estructurado la fiesta, escogido como tal por Albert Parra, que repite al
frente de la dirección artística por noveno año. Parra ha querido crear un
mundo onírico alrededor del tarot y de la relación de sus cartas con el mundo
de la magia y de lo esotérico, con los cuatro elementos de trasfondo
simbolizados en los cuatro palos de la baraja española. Esta es la fuente que ha
inspirado el espectáculo central del Aquelarre 2019, un cóctel perfecto de
magia, ritos, mundo onírico, mitología y psicoanálisis.
El espectáculo, como cada año, se desarrolla a modo de un ritual mágico en tres
actos: el primero, el Incendio o Encendido de la Universidad, con un espectáculo de fuego
y pirotecnia en la fachada del histórico edificio, que este año se ha planteado
como un viaje iniciático con las figuras de los arcanos Mayores y una apuesta
trabajada de los aspectos lumínicos y la parte virtual, con escenografía móvil
de gran formato. El Incendio de la Universidad da paso al pasacalle de las
entidades de Cervera hasta el sitio denominado Cal Racó, donde termina el
primer acto de la fiesta con el Baile de la Polla del Baile de Diablos de
Cervera Los Carranquers.
Apotesosis Infernal. Foto de Marc Castellà Bové.
El segundo acto ha sido la Invocación y Aparición del Macho Cabrío, que este año
se ha planteado como una competición por la supremacía entre los cuatro
elementos y los personajes mitológicos asociados a cada palo de la baraja. Una
lucha que dará la bienvenida al personaje principal de la fiesta, el Macho Cabrío,
que en este caso se personifica en la figura del Diablo o el Loco. En el Tarot,
esta figura, número XV, es un Arcano Mayor que a menudo se interpreta como un
ángel caído en desgracia que siembra el mal y se mueve por intereses y por los
instintos más bajos.
El Diablo a punto para la Corrida. Foto de Marc Castellà Bové.
El Ball de Diables dio por terminado el segundo acto del Aquelarre para dar
paso, más tarde, al tercer y más esperado momento de la fiesta: la Corrida del
Macho Cabrío. Una catarsis colectiva que elevará la pulsión musical de grupos tocando en directo, la conjunción de todos los elementos primarios de la Tierra, más el
desenfreno de los personajes del Tarot y los cuatro palos de la baraja. El tercer acto cuenta con la participación de más de 150 actores y actrices de Cervera que
protagonizan el momento más desvergonzado de la fiesta: la corrida del Macho
Cabrío y el Foqueral, una carretillada donde el nivel del fuego aumenta
constantemente para concluir en una espectacular encendida conjunta de todos
los diablos y de las mazas grandes: Lucifer y la Diablesa.
La Gran Corrida. Foto de Marc Castellà Bové.
El fuego, como es lógico en una junta de diablos, es uno de los elementos centrales de la fiesta. Los protagonistas son
los anfitriones del Baile de Diablos de Cervera Carranquers, que este año
celebran su 25 aniversario. Por ello, el grupo preparó un espectáculo renovado
que homenajea estos 25 años, según explicó su presidente, Jordi Calafell. Este
año, la Colla anfitriona se ha acompañado de dos grupos invitados: la Colla
Vella de los Diablos de Gracia de Barcelona y el Ball de Diables de Mataró. En
los tres días de Aquelarre, se han quemado media tonelada de pólvora, lo que
equivaldría a unas 24.000 carretillas.
Por otra parte, el grupo local de diablos ha vuelto a organizar, un año más, el
Encuentro de Bestiario, que inicia los actos del Aquelarre el viernes 30 de
agosto. En esta ocasión, el encuentro contó con una representación de
diferentes dragones construidos por el maestro Manel Casserras (ver aquí): el Dragón de Llorenç
del Penedès, la Dragón de Carne de Solsona, el Dragón de Ciutat Vella de
Barcelona, el Dragón de Mataró, el Carranco Bilandó y la Tarasca de Cervera.
Todos ellos fueron los protagonistas del pasacalle nocturno que dio paso al
espectáculo del grupo de percusión femenino Band Tokades.
Band Tokades actuó en la primera noche del Aquelarre con un montaje poco
convencional, provocador y feminista que reivindica el papel de la mujer.
"Nü Shu", que significa escritura de mujeres en chino, es el nombre
de este montaje dirigido por la igualadina Montse Pelfort, miembro de la
compañía teatral Emilia Garabato. María Peña, miembro de Band Tokades, explicó
que la idea del espectáculo surge directamente de las miembros del grupo de
percusión, de una necesidad que nace en el seno del grupo para empoderarse y
reivindicar la voz de las mujeres, silenciada en la literatura.
El apartado musical es también uno de los ingredientes protagonistas del
Aquelarre. El nuevo concejal de Aquelarre, Xavier Gras, fue el encargado de
preparar el cartel musical de esta 42 edición, que han encabezado los
valencianos ZOO y Pupilas, la legendaria Compañía Eléctrica Dharma y también
los leridanos La Terrasseta de Preixens, Koers, Her Majesty y Pastorets Rock.
En total, seis escenarios y 13 formaciones musicales.
El Aquelarre de día.
El Aquelarre no sólo vive de noche. Desde hace unos años, se hace una apuesta
por ampliar el Aquelarre de día y para todos los públicos.
La Feria del Gran Boc (del Gran Macho Cabrío) es precisamente una de estas
iniciativas que, desde 1988, ofrece un espacio para el público familiar en el
marco del Aquelarre. Ubicada en los patios de la Universidad, es una de las
ferias esotéricas más importantes del sur de Europa, un espacio alternativo que
reúne a profesionales del esoterismo, el tarot, la quiromancia y las terapias
alternativas.
Imágenes de la Fira del Gran Boc, de 2013. Fuente: Aquelarre de Cervera.
Según explicó su director, Oscar Celeiro, la feria ha contado con 46 stands de
artesanía, 27 stands de profesionales del esoterismo y 17 puestos dedicados a
la alimentación. Además, este año se ha incorporado una food-truck dentro del
recinto de la Universidad. En esta edición, y como novedad, la feria abrió el
espacio de alimentación de la plaza Universidad el viernes por la tarde, una
reivindicación del público y también de los expositores que ha hecho que este
año, este espacio abriera un día antes que la feria, el viernes, a partir de
las 17h y hasta las 00.00h.
Con la intención de dotar a la feria de una entidad propia dentro de los actos
del Aquelarre, este año ha estrenado imagen gráfica propia, un diseño de la
Segarra Nieves Sociats, autora también del cartel del Aquelarre de este año.
Paralelamente, la feria se estrenó también en las redes sociales. Se encuentra en
Facebook (Firadelgranboc) y en Instagram (@firadelgranboc).
Como actos destacados de la Feria, este año ha tenido un protagonismo la figura
del arquitecto Antoni Gaudí, con una conferencia del mediático Sebastián Darbo
(sábado, 19h) que enumeró los enigmas de Gaudí en la catedral de Mallorca, y
también otra charla, a cargo de Julián Bretos (domingo, 19h) sobre los
misterios que rodean la figura de este genio catalán.
El Aquelarret es también otra de las actividades dirigido al público infantil y
familiar para disfrutar del Aquelarre de día. Durante toda la semana previa al
Aquelarre se han hecho talleres de disfraces, zancos, percusión, etc. para que
los niños y niñas sean los protagonistas del desfile del Aquelarret, el sábado
31 a las 18h, que este año presentó la Astaroteta, una figura femenina réplica
del original en masculino, el Astarot. El grupo invitado ha sido el Baile de
Diablos Infantil de Esplugues de Llobregat.
Tiene Ovar, situada en el distrito de Aveiro, en Portugal, unos 17.000 habitantes. Ciudad pequeña pero que crece
si tenemos en cuenta las extensiones que se le deberían añadir, al estirarse su
piel por los alrededores habitados.
Aparte de su Festival de Marionetas, llamado FIMO (Festival
Internacional de Marionetas de Ovar), una invención del abogado Nuno Pinto para
dinamizar culturalmente la localidad, Ovar dispone de otras dos efemérides
relevantes: la Semana Santa y el Carnaval.
Es de impacto su Iglesia principal o Matriz, como la llaman
en Portugal, dedicada a San Cristóbal, preciosa iglesia con la fachada cubierta
de azulejos blancos y azules, una elegante ornamentación utilizada en muchos
otros edificios de la ciudad.
Iglesia matriz de Ovar.
Quizás la característica más curiosa de la Semana
Santa en Ovar sean los doce templetes que representan a los doce pasos de la
Pasión y que se hallan distribuidos a lo largo del camino que recorre la
procesión de devotos y penitentes, con sus Cristos y sus cirios encendidos. Doce
altares que permanecen cerradostodo el
año y que se abren sólo para la Semana Santa. Un modo rotundo de integrar la
ciudad en las celebraciones litúrgicas de la Iglesia.
Los carnavales son otra cosa: aquí la ciudad se desmadra,
con desfiles de grupos de bailarines disfrazados de las más variopintas
vestimentas, desde las conocidas prendascarnavalescas que tapan poco para enseñar mucho, del más típico estilo
brasileño, a disfraces más rebuscados y extravagantes, como el de monjes tibetanos
o de samurais con sus espadas, escudos y armaduras, todos ellos bailando al son
de la samba y de otros ritmos aún más diabólicos. A tener en cuenta que el
Carnaval de Ovar, junto al de Torres Vedras, son los más importantes y
concurridos de los que se celebran en Portugal.
Siempre sorprenden estas celebraciones desatadas en
poblaciones que en sus vidas cotidianas aparecen sometidas por el más puro
espíritu hacendoso del trabajador ocupado en sus faenas. ¿De dónde salen todas
estas mujeres que en pleno mes de febrero se exhiben bailando en la calle con
prendas mínimas, ansiosas de enseñar sus partes ocultas, normalmente cubiertas
de faldas, pantalones, camisetas y jerseis?
Es el misterio de los carnavales, que en la Península
Ibérica son vividos con una plenitud y una exaltasción únicas, a mi modo de
ver, que nada tienen que envidiar a los más vistosos carnavales del Brasil y de
otros lugares afamados. Carnavales que en este Mosaico Ibérico aparecen por
toda la geografía peninsular, como una de las singularidades más diferenciadas
pero comunes de las distintas culturas que la habitan.
Lo mismo digo en relación a la Semana Santa, cuando los
católicos deciden que deben purgar sus pecados, haciendo penitencia e
identificándose con el Cristo que se sacrificó por todos nosotros. La mayoría
de los penitentes se sacrifican para redimir sus pecados y ganarse un poquito
de cielo a título particular. Parece poco, pero en realidad, su sacrificio, por
la ley del reflejo ritual, es extrapolable a la colectividad, que agradece que
estos pecadores asuman sus culpas que son las que conciernen a toda la sociedad
en su conjunto. Ganándose esta parcela de cielo con su penitencia pública, la
regalan de algún modo a los demás, que se sienten partícipes del mismo trance.
Del Festival de Marionetas o FIMO, invito a leer las
crónicas que he ido publicando en dos años sucesivos, 2018 y 2019 en la revista
digital Titeresante (ver aquí). Para mí, es un modo culto y humildemente
aristocrático de situarse en el mapa mundial de las actividades culturales.
Toda ciudad que se precie de ser algo más que un conjunto de casas y sus
habitantes, necesita hoy en día del brillo de alguna efeméride singular que de
algún modo la haga aparecer en el mapa. Un brillo quizás pequeño y humilde, el
de los títeres, pero cuya extensión alcanza el planeta entero, ya que
encontramos tradiciones titiriteras y festivales en todos los países y en todas
las culturas del planeta.
Ovar, gracias al FIMO, forma parte de una red extensísima de
ciudades, que salta de continente en continente con ufana alegría. Para los
organizadores, es un modo de ver mundo sin el estigma del turista. Que se lo
pregunten a Nuno Pinto, que tanto te lo puedes encontrar en
Charleville-Mézières, en Lleida, en el Ruhr en pleno corazón de Alemania, o en
Bali para asistir al próximoCongreso
Mundial de Unima 2020.
El Professor of Punch and Judy Clive Chandler, en el Parque Urbano de Ovar, tras una función durante el festival FIMO.
En el Mosaico Ibérico, son muchas las ciudades que gozan de
este privilegio de disponer de su festival de títeres, unos con más ambición que
otros, pero todos ellos conscientes de pertenecer a esta red mundial de
ciudades que gustan de los títeres.
Y no hay que olvidarse que amar a los títeres es amar el
gusto por la alteridad, es decir, por aprender a ser dos donde normalmente
hay uno. Relativizar la identidad, ¿no es acaso un ejercicio de los más
útiles y necesarios? Como en Carnaval y, en cierto modo, como en la Semana Santa.